domingo, 25 de noviembre de 2012

Un desenlace digno de una tragedia

La verdad es que no me esperaba un desenlace tan trágico para concluir la Antígona. Aunque la obra no es de gran extensión, permite al lector sumergirse en la historia y sufrir el final de unos personajes que mueren por defender unos principios. Aunque sabía la trama más o menos, no esperaba que acabaran así todos, y lo cierto es que me ha recordado mucho al estilo de Shakespeare.
Al igual que en Hamlet, casi todos los personajes mueren (Antígona, Eurídice y Hemón), y los que se mantienen vivos quedan en desgracia, pues Creonte no volverá a vivir con su conciencia tranquila, y, aunque no sabemos nada de Ismene, esta nombró anteriormente que su vida no tendría sentido sin su hermana.
Más allá de esta obra, he encontrado más paralelismos aún con el clásico Romeo y Julieta, la trágica historia de amor en la que dos jóvenes enamorados mueren juntos por suicidio.
Podríamos encontrar también parecido en el impedimento familiar a que dos jóvenes se casen, pues ni los Montesco, ni los Capuleto, ni tampoco Creonte, permiten a sus hijos la relación que desean mantener.
Pero lo más similar es la muerte. Esa escena en el sepulcro donde se encuentra Antígona recuerda al panteón de los Capuleto. La diferencia es que Antígona se suicida, mientras Julieta tan solo ha tomado una pócima para dormir. Ambos enamorados, tanto Romeo como Hemón, enloquecen al ver a sus amadas muertas y se suicidan. Aunque el suicidio que acarrearán estas muertes es diferente: en la historia de Shakespeare, Julieta despierta y, al ver a Romeo muerto, se quita la vida. En la de Sófocles, será la madre de Hemón la que acabe con su propia vida al enterarse de la muerte de su hijo.
Es indiscutible que el desenlace es trágico en ambas historias, pues bien sabemos que son tragedias,pero podemos destacar que tanto en una como en otra hay algo positivo: En Romeo y Julieta, la muerte de los enamorados hace que las familiar recapaciten, y ambas toman consciencia de las consecuencias que han acarreado su intransigencia. En la Antígona, Creonte también sufre una lección, aunque este se ha quedado completamente solo, pues ha perdido tanto a su mujer como a su hijo.

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